El Zorro

ZorroEl zorro tiene muchas lecciones y todas se integran en una: el arte de sentarse en total inmovilidad y observar. Te habla del camuflaje o la astucia por su pasmosa adaptabi­lidad y su capacidad de integración en el medio en el que desarrolla su vida.

La astucia es el arte de pasar desapercibido y observar atento al otro hasta ser capaz de meterse en su piel. Entonces ver la unidad en la que todo está conectado. Ser tú y a la vez ser los demás. Convertirse en el observador camuflado que tiene acceso a lo más íntimo del prójimo que actúa sin cohibirse ante ti y captar sus anhelos. El buen uso de la astucia, saber hacerse uno con el entorno. Comprender que adonde sea que vayamos, lo hacemos todos juntos, que no ha de llegar nadie el primero.

Fíjate, los zo­rros tienen la capacidad de adaptarse a cualquier entorno, no tienen límites climáticos o geográficos. Pueden sobrevivir en toda clase de hábitats, por ejemplo, los que se mueven en las zonas frías del nor­te con nieves perpetuas adaptan el color de su pelo al blanco para camuflarse con el medio. Su cuerpo es más voluminoso y sus orejas empequeñecen para conservar el calor. Por el contrario, los que sobreviven en las arenas del desierto son menos voluminosos pero aumentan espectacularmente el diámetro de los pabellones auditivos para refrescarse. Esa cualidad no es por conseguir tu objetivo cambiando tu opinión o manipulando, es el arte de hacerse uno con la vida, de hacerse uno con todas las formas de conciencia. Es mimetismo, comprensión total de todos los puntos de vista diferentes al tuyo propio. El zorro muestra al huma­no que aprende más si es capaz de asumir o imaginar los diferentes puntos de vista de cada ser vivo. Imaginar cómo deben sentirse las otras partes de la naturaleza y los otros, es un ejercicio que amplía tu perspectiva.

Para Aprender el arte de sentarse en total quietud y observar y alcanzar el estado de serenidad, de vigilia intensa y consciente que te muestra el zorro hay que practicar. Practicando despersonalizas los acontecimientos y las emociones que surgen ya no son la base de tu sentido de identidad, sino que tú eres la conciencia que desde lo alto percibe el todo.

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